Antes de hacer 300 ejemplares de un libro tenemos que hacernos dos preguntas muy importantes. En primer lugar: ¿Merece la pena cortar 300 árboles para hacer este libro? Y en caso de que la respuesta sea afirmativa: ¿Estaría dispuesto a pasarme un fin de semana entero en el monte replantando los 300 árboles que se han tenido que cortar para hacer este libro?
Al publicar tenemos que responsabilizarnos de algunas cosas. Actualmente se producen más libros de los que la gente puede consumir, por lo tanto tenemos que estar seguros de la calidad de lo que liberamos al mundo. Eso quiere decir que las fotografías -la materia prima de lo que hacemos- tienen que cumplir con unos mínimos.
Esta es la segunda parte de una serie de artículos que explican como editar un libro de fotografía pensados para gente que se acerca por primera vez al tema. En esta entrega hablaremos sobre la selección de las fotografías enfrentándonos a una de las grandes pesadillas de todo autor, los descartes.
Para hacer una buena selección dentro de nuestro archivo primero tenemos que definir un tema, o en caso de no tratar sobre algo concreto sino más bien jugar con sensaciones, sugerencias, ideas abstractas… necesitamos tener claras una serie de normas que nos digan como proceder. Cuanto más tiempo dediquemos a reflexionar sobre esto más sencillo será todo lo que venga después. Como consecuencia, en este punto, no se deben seleccionar vuestras mejores fotos, sino las mejores fotos que encajen con el tema y el tratamiento del motivo que se ha establecido previamente. Ya comentamos en el anterior artículo que este era uno de los mayores motivos de discusión con los autores a la hora de hacer un libro.
Cada caso es único y sería imposible profundizar mucho en esto en tan corto espacio, por lo que puede que sea más ilustrativo poner dos o tres ejemplos prácticos.

- Caso 1: Si nuestro trabajo trata sobre la naturaleza y hemos hecho una fotografía estupenda de una señora en una huerta lo mejor que podemos hacer es descartarla. Si el libro tratase sobre el impacto de la sociedad en la naturaleza o los modos de vida ligados a la montaña esa fotografía sería imprescindible y compatible con las otras imágenes de paisajes y vida salvaje. En este segundo supuesto necesitaríamos más fotos de este tema ya que una sola quedaría demasiado minimizada en comparación a las otras partes más desarrolladas.

- Caso 2: El tema del libro es la ciudad en la que vivo, por lo tanto cualquier foto que haya hecho en ella puede ser seleccionada. Este es otro error muy común. Es imposible representar en un solo trabajo algo tan amplio y con tantas aristas. Si Eugene Smith no pudo hacerlo con Pittsburgh, difícilmente podremos nosotros. No obstante Smith si que consiguió hacer varias obras maestras del reportaje cuando seleccionaba un tema muy concreto y lo desarrollaba. De hecho estudiar estos trabajos es una de las mejores formas de aprender sobre edición. Podemos hacer un libro sobre la vida nocturna –París Nocturno de Brassai-, buscar lo que ocurre en los límites geográficos de una ciudad -como hizo Mark Power en Londres– o documentar la mayor festividad del año – Sanfermines de Ramón Masats– por poner algunos ejemplos. Tenemos que ser muy cuidadosos con la escala del tema sobre el que trabajamos, algo demasiado amplio puede hacer que nos perdamos y algo demasiado pequeño puede hacer que lleguemos al final demasiado pronto.
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Doble página del libro Deja Vu, Ralph Gibson - Caso 3: Mi libro es un diario personal en el que tienen cabida mis experiencias así como mis pensamientos, por lo que puedo poner cualquier cosa que sea capaz de justificar como tal. Si, pero hay que tener cuidado y pensar cual será el hilo conductor de nuestras fotografías. Si el lector tiene la sensación de que se encuentra ante un cajón donde cabe cualquier cosa, o si no se ve capaz de seguir la secuencia porque ve saltos inconexos entre una página y la siguiente, no podrá sentir empatía con lo que quieres proponer y el libro no será efectivo. Aunque las fotos no pertenezcan a un mismo tema, si que tienen que tener una unidad estética y deben reforzarse entre ellas. En este supuesto estaremos jugando a crear metáforas o nuevos significados de la unión de dos o más fotografías. El libro Deja Vu de Ralph Gibson me viene a la mente como un gran ejemplo de esto último.
Que las fotos se seleccionen por su asociación con un tema o con una idea no quiere decir que su calidad como fotografía individual no sea importante. Un libro con buenas fotografías que falle en los otros aspectos encontrará su publico, un libro que tenga un concepto muy bien desarrollado y un diseño muy bien pensado pero cuyas imágenes no tengan calidad tendrá un recorrido corto.
Tenemos que aspirar a tener una colección de buenas fotografías que ayuden al lector a entender cual es nuestra visión sobre un tema.
¿Con cuantas fotografías contará nuestro proyecto?
Si esta es vuestra primera publicación no seáis demasiado ambiciosos, entre 15 y 30 fotografías serán suficientes para un libro de pequeño formato. No añadáis fotografías nuevas si estas no están al nivel de las 20 mejores. La calidad de la serie está definida por las 5 peores fotos, no las 5 mejores. Si una parte importante de lo que queréis contar se queda fuera por este motivo, la única solución es descartarla totalmente o hacer más fotos para completar. No intentes contarlo todo ni demostrar todas tus capacidades en un solo trabajo.
Tras superar varias fases de descartes, siempre nos tenemos que quedar con más fotos de las que se van a publicar al final. Tendremos un núcleo duro de imágenes imprescindibles sin las cuales el libro no funcionaría y otro grupo de buenas fotografías que complementarán a las anteriores y aportarán información importante. Dentro de este segundo grupo algunas nos darán sensación de atmósfera, nos situarán en un escenario o nos darán pistas para hacer más comprensibles a las otras.
Supongamos que queremos que el libro contenga 30 fotografías, sería aconsejable tener en este punto entre 50 y 60 seleccionadas, impresas en miniatura en papel de tal forma que podamos desplegarlas encima de una mesa o pincharlas en un corcho en la pared.
Esta es la fase en la que comenzamos a buscar relaciones. Enseguida veremos que algunas imágenes encajan especialmente bien entre si. Al ponerlas juntas parece que se refuerza su significado o su estética. Otras son lo suficientemente fuertes como para estar solas de tal forma que le restarán atención a cualquier foto que pongamos a su lado.
Basándome en experiencias previas podría decirse que si partimos de 2000 fotografías sobre un tema, tras la primera ronda de descartes podemos quedarnos con unas 400. A partir de aquí la forma de proceder dependerá mucho del tipo de trabajo que queramos hacer, pero es bastante probable que las 10 o 12 fotografías más fuertes ya estén claras en este punto. Puede ser de gran ayuda empezar a agrupar las fotos por similitudes o temas.
Descartar no es fácil, pero es el paso más importante. Una serie fotográfica sin interés, reducida a un pequeño grupo de fotografías bien seleccionadas ganará mucha vida y será la clave para tener un portfolio sólido, una buena expo o un libro.
Continuará en siguientes artículos.
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